Los criadores creen que nunca hay demasiados gatos buenos, y empiezan a mimar a sus mascotas con todo tipo de premios. Por eso, algunos ronroneos domésticos de todo el mundo sorprenden por su tamaño y corpulencia. ¿Quiénes son estas encantadoras, esponjosas y regordetas criaturas y cómo su apetito incontrolable afecta su salud? Sigue leyendo.
Albóndiga
La lista comienza con un gato llamado Meatball, que vive en un refugio de Arizona. Con 17 kg de peso, aún puede caminar solo. Sin embargo, las caminatas largas aún están fuera de su alcance. Meatball se mueve con largas pausas, tomándose tiempo para recuperar el aliento y coger fuerzas para el siguiente paso.
El personal del refugio aún desconoce si la mala alimentación o los desequilibrios hormonales fueron el principal factor de su obesidad. No permiten que nadie adopte al gordito atigrado, pues están convencidos de que primero necesita perder mucho peso.
Xiong Yurong
Un gato regordete llamado Xiong Yurong proviene de China. Esta mascota bigotuda pesa 17,5 kg, lo cual no molesta en absoluto a sus dueños. Admiten que lo adoran y siguen complaciendo su voraz apetito incluyendo al menos un kilogramo de carne fresca en su dieta.
A Xiong Yurong no le interesan los ratones ni las aventuras al aire libre. El pasatiempo favorito de este glotón regordete es sentarse en el sofá y observar a todos ajetreados.
Garfield
El adorable gato Garfield también está incluido en la lista de gatos de talla grande. Recibe su nombre por su parecido con el personaje de dibujos animados, pero a diferencia de este, este pelirrojo de cuatro patas pesa 18 kg.
Al igual que el héroe de la película animada del mismo nombre, Garfield es un fanático de la comida deliciosa, de tumbarse en el sofá y de una buena noche de sueño, mientras que otras alegrías de la vida quedan fuera de la esfera de sus intereses.
Maullido
El mundo se despidió del gato más gordo de Estados Unidos hace poco, el 18 de mayo de 2018. Vivía en Santa Fe, Nuevo México, y en tan solo dos años de vida, Meow engordó 18 kg (40 lb). La historia de este glotón comenzó en abril de 2012, cuando una mujer de 87 años llevó a Meow a un refugio de animales. La jubilada tomó esta decisión porque ya no podía brindarle a su querido felino los cuidados necesarios. Los especialistas le recetaron un programa de rehabilitación y, al mismo tiempo, las fotos del regordete felino blanco y naranja circularon ampliamente.
Tras hacerse pública la historia de Meow, llegó a la prensa y recibió una lluvia de invitaciones para aparecer en varios programas de televisión. El personal del refugio quería compartir la historia del gato con los espectadores y también destacar el problema del sobrepeso en sus mascotas. Meow fue sometido inmediatamente a una dieta estricta e incluso logró perder algunos kilos, pero debido a su severa obesidad, sus pulmones fallaron.
Tul
Tulle, de nueve años, ha superado a los anteriores participantes en el ranking de los felinos más gordos. Este felino pelirrojo, que ha ganado 20 kg, vive en Dinamarca.
Cuando un gato se queda inmóvil, puede confundirse con una pequeña almohada mullida o una otomana. Sus dueños no pueden resistir el constante deseo de este dulce gato de comer algo rico. Con el tiempo, Tulle perdió el interés en el juego activo y se volvió perezoso. Caminar le resulta difícil, y para evitar levantarse, ha aprendido a rodar como una pelota, que es como llega a su plato de comida. De todas las actividades, Tulle prefiere dormir.
Actualmente, el héroe está siguiendo una dieta, porque su peso se está acercando a un punto crítico.
Condimentar
Se desconocen los orígenes del peludo glotón Spicy, de Connecticut. Fue visto por primera vez en los medios en 2008, asombrando con sus curvas y su increíble pereza.
El tamaño de este voraz gato atigrado es asombroso: llegó a ganar 21 kg. Se desconoce quién ayudó a este perezoso a alcanzar tal tamaño. El gato pesa seis veces más que un gato normal y, como todos los gatos con sobrepeso, tiene dificultad para moverse y prefiere dormir al aire libre en lugar de estar físicamente activo.
Himmy
En 1978, el Libro Guinness de los Récords Mundiales incluyó al gato más gordo, con unas medidas impresionantes. Al colocar a Himmie, un gato con manchas blancas y negras, en la báscula, esta marcó 21 kilogramos (45 libras). También se midió su abdomen: medía 84 centímetros (33 pulgadas) de circunferencia. Su longitud, incluyendo la cola, era de aproximadamente un metro (3,3 pies). Esto convierte a Himmie, un gato australiano, en el gato con más títulos de esta lista.
Thomas Wise, residente de Queensland, trajo a Himia en una carreta porque no podía moverse sola. Afirmó que el tamaño de su amada se debía únicamente a su apetito insaciable y a su pereza, y nada más.
Himmie vivió diez años y falleció en 2006 por insuficiencia respiratoria debido a la obesidad. Sin embargo, las pruebas demostraron que la historia era un engaño. En los restos del felino gigante se encontró un fármaco hormonal utilizado por los ganaderos para estimular el crecimiento de los cerdos. Los logros de Himmie fueron anulados, y su trágico destino llevó a los organizadores del Libro de los Récords Mundiales a eliminar esta categoría para no animar a la gente a alcanzar la fama mundial a costa de la salud de sus mascotas.
Los sucesos trágicos en la vida de los gatos de gran tamaño sirven como ejemplos de la responsabilidad que tenemos hacia nuestros amigos de cuatro patas. Recuerde que la barriga redonda de un gato puede provocar enfermedades, y el peso saludable promedio de un gato adulto oscila entre 3 y 6 kilogramos.








