Los científicos afirman que casi todo el mundo sufre algún tipo de fobia. Mientras que algunas personas temen a los espacios cerrados, la oscuridad o los insectos, otras experimentan una fobia asociada a los animales.
Alectorofobia
Este miedo inusual se asocia con las gallinas y los pollitos. Sin embargo, una persona no necesariamente teme el contacto con aves de corral. Incluso un video o una fotografía de un gallo puede aterrorizarla. Algunas personas con alektorofobia no soportan mirar huevos, plumas ni carne de gallina. Este trastorno mental afecta tanto a adultos como a niños.
Esta fobia puede provenir de traumas infantiles asociados con las gallinas. También puede provenir de historias aterradoras contadas por adultos, quienes las utilizan para disuadir a los niños de entrar en el gallinero. Algunas personas temen a las aves de corral por temor a contraer enfermedades contagiosas.
Dorafobia
Este tipo de zoofobia se asocia con el miedo a tocar el pelaje de los animales. Quienes experimentan este miedo no les temen a los animales en sí. Temen tocar su pelaje, ya que creen que podría provocar un crecimiento excesivo del mismo.
Las personas con dorafóbicas no soportan ver gatos o perros peludos. También experimentan horror al ver a una persona con piel. Esta fobia suele surgir a raíz del ataque de un animal. Sin embargo, a veces aparece sin causa aparente, y quien la padece no puede explicar por qué le teme al olor y la visión del pelaje.
Lutrafobia
A primera vista, animales como las nutrias parecen adorables. Pero algunas personas creen lo contrario. Temen que este mamífero las ataque en cuanto entren en aguas abiertas. Esta fobia las lleva a evitar ríos y lagos incluso en zonas donde nunca se han encontrado nutrias.
Algunos lutrafóbicos temen no solo la apariencia del animal y su posible agresión, sino también el olor que desprende su piel. Esta fobia suele desarrollarse tras un encuentro desafortunado con una nutria. A pesar de su apariencia inofensiva, este depredador puede mostrar agresividad, aunque sea en defensa propia.
Ailurofobia
La mayoría de las personas asocian a los gatos con mascotas cariñosas y mimosas que pueden llenar un hogar de calidez y confort. Pero para quienes padecen ailurofobia, basta con mirar a un animal peludo para que entren en pánico. Algunos temen el comportamiento impredecible de los gatos, mientras que otros temen contraer una infección. Algunas personas con este trastorno experimentan miedo exclusivamente a los gatos negros, citando presagios y supersticiones.
La ailurofobia se desarrolla como resultado de interacciones desafortunadas con este animal o de inestabilidad emocional. Es decir, una persona puede desarrollar un miedo aterrador a los gatos simplemente porque alguien le cuenta una historia aterradora sobre esta mascota.
Mottefobia
Mucha gente le teme a los insectos, pero pocos experimentan terror al ver mariposas. La mottefobia suele desarrollarse en niños, a quienes se les ha enseñado que estos insectos son peligrosos. Sin embargo, hay muchos casos en los que el miedo persiste hasta la edad adulta. Los mottefóbicos creen que las mariposas los atacarán, se arrastrarán, aletearán e incluso los morderán.
Esta fobia suele desarrollarse como resultado de un trauma psicológico infantil o de una exposición inesperada a una gran cantidad de estos insectos. Algunos pacientes admiten desarrollar miedo a las mariposas tras visitar zooterrarios o museos de insectos.
Pteronofobia
Esta fobia, relativamente rara, es más común en mujeres, quienes experimentan un miedo inexplicable al ver plumas. Este miedo no implica necesariamente el contacto directo con el ave; incluso una simple almohada de plumas puede provocar pánico.
Los pterónofóbicos no pueden explicar la causa de este miedo, pues entienden que las plumas en sí mismas son inofensivas. Pero al ver la causa de su terror, sufren un ataque de pánico, acompañado de asfixia y vómitos.
La pteranofobia suele originarse en la infancia. El miedo puede surgir de algo tan inofensivo como las cosquillas de las plumas. Sin embargo, esta fobia suele ser consecuencia de la ornitofobia (miedo a las aves).








