Los dueños de gatos domésticos no entienden por qué bañarse se convierte en un reto para ellos. ¿Qué sienten realmente los gatos respecto al agua, y por qué incluso la mascota más amable y gentil se vuelve una fiera furiosa cuando se le obliga a bañarse?
El gato tiene miedo de congelarse.
Cuando una mascota se moja en el agua, puede enfriarse, incluso si la habitación está caliente. El pelaje de los animales tiene una estructura, composición y olor únicos. Entre los pelos hay una capa de aire que protege al gato del sobrecalentamiento y la hipotermia, manteniendo una temperatura agradable. Cuando el pelaje se moja, se altera la termorregulación. Esta capa de aire se pierde y la temperatura de la piel desciende entre 5 y 7 °C. Los perros se sacuden después del baño para eliminar el exceso de agua. Los gatos, sin embargo, no pueden hacerlo, por lo que necesitan más tiempo para secarse. En estos casos, envolver a la mascota en una toalla seca y tibia le ayudará a secarse más rápido y a sentirse más tranquilo.
En casa, es poco probable que un gato sufra una hipotermia severa, pero su instinto de autoconservación aún está activado, por lo que el animal se muestra cauteloso al bañarse.
Le preocupa el aumento del olor de su pelaje.
El pelaje húmedo huele más intenso que el seco. Esto se debe al aumento de la producción de sebo debido al aumento repentino de la temperatura corporal.
Los gatos son cazadores por naturaleza. Permanecen inmóviles durante largos periodos esperando a su presa. El intenso olor de su pelaje es indeseable, ya que ahuyenta a las presas, dejándolos sin alimento. Los depredadores también pueden detectar este olor, que es peligroso para el gato. Para evitarlo, los gatos evitan el contacto con el agua a menos que sea absolutamente necesario. Esto puede causar miedo y pánico durante el baño.
El pelaje del gato se lava con un lubricante especial.
El baño elimina la fina capa de secreciones que recubre el pelaje y la piel. Esta secreción cumple una función protectora: repele la suciedad y el polvo, que contienen muchas bacterias y microorganismos patógenos. El pelaje mojado, en cambio, atrae la suciedad y el polvo. Un gato se vuelve instintivamente cauteloso, ajeno a los microbios que acechan en el agua. Y entonces tiene que lamer toda la suciedad acumulada.
Al lamer, la microflora dañina puede penetrar en el estómago y perjudicar significativamente la salud del animal.
Los gatos no le temen al agua en sí, sino a las consecuencias de nadar. Son cautelosos y precavidos, y no se zambullen en el agua con el mismo entusiasmo que los perros. Cada animal tiene su propia forma de adaptarse a su entorno. Y estas criaturas peludas son especialmente perceptivas.



