Todo el mundo conoce a la morena, al menos por fotografías y películas científicas sobre la vida marina. Pero resulta que existen unas 200 especies de estos peces, y entre ellas hay algunas muy interesantes. La gimnotórox de Java, o morena gigante, merece especial atención.
La morena gigante es la más grande de sus parientes. Habita las aguas de los océanos Pacífico e Índico y alcanza hasta tres metros de longitud. Los ejemplares más grandes pueden pesar hasta 35 kg.
Tiene un cuerpo serpenteante, sin escamas ni aletas, comprimido lateralmente y cubierto por una capa de moco.
Su coloración es algo similar a la del leopardo: casi todo el cuerpo es de color marrón amarillento y está cubierto de manchas oscuras, y la parte abdominal es de color uniforme.
Caza principalmente de noche, alimentándose de peces y crustáceos. Traga presas pequeñas enteras, mientras que las más grandes son empujadas hacia espacios estrechos y arrancadas pieza por pieza mientras ataca.
La morena no tiene lengua, y sus dientes tienen forma de gancho, son muy largos y afilados. Están curvados hacia adentro para evitar que las presas escapen.
Las heridas que infligen sus dientes son tan dolorosas y peligrosas que incluso si la víctima logra escapar de sus tenaces mandíbulas, muere.
Resulta que las morenas viven en simbiosis con una gran cantidad de bacterias patógenas presentes en sus dientes. Al morder, estas bacterias penetran en la herida de la víctima, provocándole la muerte por envenenamiento de la sangre.
Este pez es el prototipo del xenomorfo de la película "Alien" del director británico Ridley Scott.
La imagen de una criatura alienígena sedienta de sangre fue concebida en su día por H.R. Giger. Pero recientemente, los biólogos Peter Wainwright y Rita Mehta, de la Universidad de California en Davis, hicieron un descubrimiento: resulta que una criatura de aspecto alienígena lleva mucho tiempo viviendo en nuestro planeta.
Las morenas cazan mediante emboscada y, debido al espacio reducido, han desarrollado su propio método de caza alternativo.
La morena gigante tiene segundas mandíbulas que forman un sistema de doble trampa: cuando el pez agarra a su presa con su boca principal, un segundo mecanismo de mandíbula emerge desde lo profundo de su garganta y agarra a la presa aún más fuertemente, paralizándola y atrapándola.
A continuación, el par de mandíbulas adicional ayuda a empujar los alimentos hacia el esófago, triturándolos a lo largo del camino.
Los biólogos han estudiado cuidadosamente esta característica y han descubierto que los músculos de la faringe empujan la segunda mandíbula casi al nivel de la primera.
Además, la mandíbula superior interna, para poder tragar presas grandes, consta de huesos separados, y la captura y deglución del alimento se produce casi instantáneamente.
Otra característica interesante es la simbiosis de la morena gigante con la lubina.
Suelen cazar en colaboración: si la presa del mero se le escapa por una grieta estrecha, un coral o una madriguera, y no puede alcanzarla, llama a la morena, indicándole dónde se esconde moviendo la cabeza y la cola. El depredador captura al pez, lo saca de la grieta y comparte la captura con el observador.
Mientras te relajas en la playa, no intentes meter las manos en agujeros submarinos desconocidos; podrían ser morenas. Sin embargo, si no las provocas, no te molestarán. Las morenas a veces se comen, pero su carne puede contener un veneno que puede causar calambres estomacales, así que es mejor investigar a fondo antes de intentar tal experimento. Las morenas, como toda la vida marina, son un eslabón importante en la cadena ecológica.


















