Es difícil imaginar una dieta moderna sin huevos de gallina. Salvo los veganos, personas de todas las clases sociales los consumen en todo el mundo. Sorprendentemente, aún existen muchos mitos en torno a este alimento. Desmintamos algunos de ellos.
Los huevos comprados en tiendas pueden dar lugar a polluelos.
Esta idea errónea tan común se debe a la falta de comprensión de las características fisiológicas de las gallinas ponedoras y la tecnología empleada para su producción. En la naturaleza, las aves ponen huevos fecundados, lo que permite que los polluelos eclosionen a tiempo. En las gallinas de granjas industriales, separadas de los gallos, las crías se producen por partenogénesis y no contienen embrión.
En las granjas caseras, las hembras y los machos comparten el mismo espacio, pero incluso si un óvulo fecundado se vende por error, no hay posibilidad de eclosión. Los productos se transportan refrigerados y se mantiene la misma temperatura en los almacenes. Debido a la alteración del microclima, el embrión morirá en menos de una hora tras la entrega de las bandejas para su venta. Además, las posibles sacudidas y el estrés mecánico acaban con cualquier posibilidad de eclosión.
El color del caparazón depende de las plumas del pollo.
Desde hace tiempo se ha observado una conexión entre el color de un ave y su caparazón: las gallinas de color claro tienen caparazones blancos, mientras que las gallinas moteadas los tienen marrones. Esta tendencia se observa, pero no es el color del plumaje lo que importa, sino la raza de la gallina. Este es un rasgo hereditario y depende de los genes. Por ejemplo, la ayam cemani, de color negro azabache, tiene caparazones que van del marrón claro al gris oscuro, mientras que la araucana, de color marrón arena, tiene un caparazón verde azulado.
El pigmento que determina el color se encuentra en las células del conducto uterino de la gallina y se determina en las primeras etapas del desarrollo. Además, diversos factores influyen en la saturación del color. Durante el paso del huevo por el oviducto, este se expone a la porfirina. Cuanto más largo sea el paso, más oscuro será el tono. La intensidad del tono también depende del período de puesta; el primer período se caracteriza por un color más intenso.
Cuanto más grande sea el huevo, más tiempo lo incubará el ave.
Una idea errónea que se refuta fácilmente con hechos. Por ejemplo, los avestruces, las aves más grandes, llevan sus huevos de 1,5 kilogramos durante un mes y 12 días.
Los kiwis tienen una gestación de dos meses y 20 días, y su cría pesa alrededor de 500 gramos. Los albatros errantes tienen una gestación de dos meses y 13 días, y el feto puede llegar a pesar hasta 500 gramos.
Dos yemas en un huevo son mortales para los humanos.
Las supersticiones predicen enfermedades e incluso la muerte a quien coma un huevo con dos yemas. Esta creencia tiene una explicación racional. De hecho, un producto de este tipo puede ser peligroso si proviene de una gallina enferma. Sin embargo, en tales casos, se presentan coágulos de sangre, la cáscara es frágil o falta en algunas partes, el huevo tiene una forma irregular y las yemas tienen un color diferente al habitual.
Si no presenta estos síntomas, puede consumir el producto con seguridad junto con un par de yemas. Esta afección inusual puede aparecer en gallinas jóvenes al inicio de la producción de huevos y suele presentarse en razas altamente productivas. Sin embargo, en este caso, las yemas no representan ningún peligro para los humanos.



