Cómo el cobarde Bim salvó inesperadamente la vida de su dueño

El heroísmo no tiene por qué ser ruidoso y no siempre requiere valentía. Incluso alguien de quien menos se espera que actúe con decisión puede salvarle la vida a alguien. Eso fue lo que le pasó a nuestro perro.

Niño expósito

Se llamaba Bim. No era de sangre noble; probablemente era una mezcla de chihuahua. Estaba sentado junto al camino, temblando. Al principio, pensamos que era de frío. Pero cuando lo llevamos con su madre, lo alimentamos y lo calentamos, nos dimos cuenta de que temblar era su estado natural.

Mamá decidió quedarse con el pobrecito. Nosotros, ya adultos, hacía tiempo que nos habíamos mudado y vivíamos separados. Cada uno tenía su propia familia. Así que mamá decidió tener un compañero.

El expósito se llamó Bim, en honor al perro del libro que permaneció fiel a su dueño incluso después de su muerte. Si hubiéramos sabido que pronto nuestra familia estaría al borde de una tragedia similar...

Intuición canina

La madre de la mascota se compadeció de él: lo alimentó, lo acarició y no esperó nada a cambio. Pero ¿qué se podía esperar de un perro callejero asustado? Con el tiempo, Bimka ganó algo de peso y se volvió más como un perro doméstico. Pero el terror en sus ojos nunca desapareció.

Si se cae una cuchara o se cierra una puerta de golpe, este "guardia" se esconde en su escondite entre la cama y la cómoda. Si un gato pasa y lo mira con severidad, Bim se lo lleva el viento al instante. Mamá perdonaba los ataques de miedo de su mascota y los aceptaba con una sonrisa. Incluso bromeaba diciendo que si la atacaban unos ladrones, Bim sería el primero en desmayarse.

Pero este pequeño cobarde resultó ser más que un simple simplón. Una vez que Bim se acostumbró un poco a la casa, empezó a acurrucarse con su dueña. También notamos una peculiar forma de cariño (como creíamos en aquel momento): Bim intentaba acostarse sobre el pecho de su madre. Al principio, pensamos que era su forma de agradecerle su cariño y cuidado. Y su madre nunca lo echó, pero estos gestos cariñosos se hicieron cada vez más frecuentes. En cuanto ella se acostaba o incluso se sentaba a descansar, Bim intentaba subirse a su pecho.

Con el tiempo, esta obsesión se volvió molesta. Mamá incluso se quejó con su vecina, la abuela Valya. La abuela Valya es una mujer supersticiosa y conoce muchas historias de la vida real. Así que recordó a una amiga suya que tenía un gato que se le posó en la cabeza cuando tenía un ataque de migraña. Así que la vecina supuso que Bim estaba experimentando un repentino despertar de su intuición y le aconsejó a mamá que fuera al médico, por si acaso.

Un diagnóstico terrible

Mamá no se tomó en serio esta historia. Se reía a carcajadas: ahora Bim no solo era abogado defensor, sino también médico. Pero aun así fue a la clínica; era el año en que necesitaba un chequeo médico.

Los resultados de las pruebas nos impactaron: Mamá tenía un tumor. El diagnóstico fue cáncer de mama. Sin embargo, tuvo suerte, ya que el tumor se detectó en sus primeras etapas. Pronto se sometió a cirugía y quimioterapia, lo que le permitió vencer esta terrible enfermedad.

El fin de la historia

Han pasado 10 años desde entonces. Bim lleva cuatro años desaparecido. Estuvo a nuestro lado todo el tiempo que mamá estuvo en tratamiento. Se encariñó mucho con él y lo consideraba su salvación. Cuando fue al hospital, le preocupaba mucho que su verdadero protector no estuviera allí y que no hubiera nadie que la cuidara. En realidad, por supuesto, se refería a lo contrario: ¿quién cuidaría de Bim en su ausencia? Nos turnábamos para esa tarea.

Todos también le estamos agradecidos a este perrito. Y ahora sabemos con certeza que incluso la criatura más pequeña y débil es capaz de grandes hazañas.

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