Meteorólogos peludos: cómo el comportamiento de los gatos predice el clima

Los gatos pueden predecir los cambios en las condiciones climáticas. No se debe esperar que predigan con precisión las temperaturas. Sin embargo, estos animales sirven como indicadores de la proximidad del frío, el calor, las tormentas de nieve o la lluvia.

El gato duerme boca arriba

Cuando la temperatura sube ligeramente, el gato se endereza y adopta una postura arqueada. A medida que el clima se acerca a un calentamiento significativo, el animal se recuesta en semicírculo. En días calurosos, se estira como una cuerda. En esta posición, puede yacer en el centro de la habitación.

Esta sensibilidad al clima se debe a que los gatos perciben y reaccionan a los cambios de presión atmosférica mucho antes que los humanos. Además, con el calor, la termorregulación de los animales aumenta, manteniendo una temperatura corporal constante. La extensión corporal de los gatos ayuda a aumentar la zona de pérdida de calor.

El gato se hace un ovillo y se tapa la nariz con la pata.

Los gatos también reaccionan a la inminente bajada de temperatura. Intentan conservar el calor corporal, así que empiezan a buscar un lugar cálido en la casa, se acurrucan y se cubren la nariz con las patas o la cola.

El gato da vueltas mientras duerme, incapaz de encontrar un lugar para sí.

Los dueños de gatos suelen notar que su gato tarda mucho en calmarse mientras duerme y cambia constantemente de posición. Este comportamiento indica un cambio de clima. Si un gato empieza a arañar la alfombra, la pared o el suelo, no es casualidad. Presienten la proximidad de un fuerte viento o una tormenta de nieve. Si la cola de un gato está erizada y levantada, es inminente una tormenta de nieve. Se cree que la rotación de la cabeza de un gato mientras se acicala indica la dirección del viento. Si se acerca una ventisca o una nevada, el gato se inquietará.

Esto se debe a que el oído interno y los tímpanos de los gatos son mucho más sensibles que los de los humanos. Por lo tanto, con la llegada del mal tiempo, comienzan a sentir molestias que afectan su comportamiento.

El gato bebe más de lo habitual.

Antes de la lluvia, el gato se vuelve menos juguetón y deja de perseguirse la cola. Su estado de ánimo cambia a uno pensativo y tranquilo. Ante el mal tiempo, evita los paseos al aire libre. Esto no es sorprendente, ya que el pelaje mojado le causa incomodidad. En casa, bebe más agua de un cuenco y mordisquea una hierba especial. Con la llegada de la lluvia, el gato comienza a lamerse bien la cola y a lavarse las orejas. Los estornudos del gato indican que lloverá en una hora.

Los científicos explican el lamido de la cola y el consumo de agua como un intento de compensar la tensión en los intestinos causada por las fluctuaciones de la presión atmosférica.

Desastres naturales: los gatos se comportan de forma muy excitada

Se sabe que los animales advierten a sus dueños de la proximidad de un terremoto, una erupción volcánica o un huracán mediante su comportamiento. Los gatos se encuentran entre los animales más frecuentemente observados, casi siempre cerca de los humanos. Los residentes de zonas con alto riesgo sísmico han notado que los gatos se ponen muy nerviosos antes de un terremoto. Se les eriza el pelo y se les pegan las orejas a la cabeza. Al acercarse una catástrofe, los gatos empiezan a maullar, alertando a los humanos del peligro. También buscan un lugar apartado y piden salir. Los animales más sensibles salen de casa unos días antes de un terremoto.

Este comportamiento se explica por el hecho de que los gatos perciben temblores que son indetectables por los instrumentos. Otra teoría es que reaccionan a los cambios en los niveles de electricidad estática que preceden a un terremoto.

Si se esperan fuertes vientos, nevadas o tormentas próximas, el comportamiento del gato se vuelve inquieto: comienza a correr por la casa con la cola levantada, a menudo maullando fuerte y no puede calmarse durante mucho tiempo.

La capacidad de los gatos y otros animales para predecir el tiempo no ha sido científicamente probada. Los científicos simplemente especulan que los animales reaccionan al sonido de truenos lejanos, lluvia inminente o cambios en el aire. A pesar de ello, las personas explotan activamente esta capacidad.

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